cursos a distanciaLa finalidad de la atención en hospitalización infantil, no es otra que la de educar para la vida, papel que corresponde al educador y que indudablemente desborda la específica labor del personal sanitario. La actividad pedagógica como complemento de la acción médica en los hospitales ha tomado carta de naturaleza desde hace años en muy diversos países europeos y norteamericanos. Se conoce que en décadas pasadas los servicios de pediatría de muchos hospitales estaban cerrados incluso a los padres y en este ambiente tan rígido no había lugar para la educación de los niños. La Pedagogía Hospitalaria constituye un modo especial de entender la Pedagogía. Se encuentra orientada y configurada por el hecho incontestable de la enfermedad y enmarcada por el ámbito concreto que constituye la institución hospitalaria donde se lleva a cabo. Se ofrece como una Pedagogía vitalizada, de la vida y para la vida, que constituye una constante comunicación experiencial entre la vida del educando y la vida del educador, y aprovecha cualquier situación, por dolorosa que pueda parecer, para enriquecer a quien la padece, transformando su sufrimiento en aprendizaje (Lizasoáin, 2000). En esta misma línea, Del Valle y Villanezo (1993) aclaran que la Pedagogía Hospitalaria no es una ciencia cerrada sino multidisciplinar, que se encuentra todavía delimitando su objeto de estudio para dar respuesta a aquellas situaciones que, en la conjunción de los ámbitos sanitarios y educativos, la sociedad va demandando, haciéndose igualmente necesarios programas de atención al niño convaleciente, es decir, concibiendo la convalecencia en el domicilio como una prolongación del período de hospitalización. El Educador Hospitalario tiene que poseer una serie de características personales y profesionales que le posibiliten su labor y le faciliten el pleno desenvolvimiento en ese medio particular: Características personales: – Madurez y equilibrio personal para vivir y afrontar determinadas experiencias propias del ámbito hospitalario. – Apertura, flexibilidad, sensibilidad y capacidad de comunicación que faciliten relaciones personales positivas. – Ser capaz de comprender y resolver cualquier situación emocional del niño frente al sentido del dolor, la enfermedad y la muerte. – Fortaleza que permita afrontar la dureza de la tarea, comprendiendo los defectos y debilidades de los niños con paciencia activa, no pasiva. Características profesionales: – Aprender a conocer las necesidades intelectuales y afectivas del niño hospitalizado y de cada niño en particular, y satisfacerlas en lo posible. – Conocer y poner en práctica una amplia gama de técnicas didácticas, de metodología del estudio, de actividades de entretenimiento (dibujo, pintura, manejo de ordenador, organización de juegos) sabiendo integrar la técnica, siempre, en una actuación humana. – Aprender a «estar» de una manera educativa con niños enfermos, por medio del «diálogo y la compañía». EL ROL DEL EDUCADOR HOSPITALARIO Enumeramos las funciones principales del educador: – Ser útiles al niño/a hospitalizado/a. – Conocer. – Decidir, programar. – Adquirir recursos. – Aprovechar y repartir los recursos. – Mantener una adecuada comunicación y relación entre los/as miembros/as. – Crear una buena estructura y dinámica de trabajo. – Relacionarse con el exterior. – Dar respuesta a los problemas que presentan los/as destinatarios/as del proyecto. – Creer en lo que hacemos. – Conocer el proyecto en el que participamos. – Conocer a los niños y niñas: sus necesidades, intereses, … – Reflexionar sobre nosotros/as y sobre cómo trabajamos y cómo podemos mejorar. – Saber hacia dónde vamos. – Tomar decisiones. – Ser flexibles, tener la mente abierta. – Programar y ejecutar las actividades. – Obtener recursos económicos, materiales e infraestructura. – Desarrollar y transmitir entusiasmo. – Desarrollar la iniciativa y la creatividad. – Acoger a los/as nuevos Educadores/as Hospitalarios/as. – Llevar las cuentas… – Mantener la cohesión del grupo. – Asistir a las reuniones. – Solucionar conflictos y tensiones. – Favorecer la unión. – Comunicar e informar de casos. – Ser crítico y sincero a la vez que innovador/a. – Plantear problemas que existan. – Buscar soluciones. – Priorizar el trabajo. – Revisar y dar salida a lo pendiente. – Repartir tareas: saber distribuir recursos y esfuerzos. – Coordinar el trabajo. – Evaluar. – Comunicarse con el exterior. – Informar al resto de equipos. HABILIDADES DEL EDUCADOR HOSPITALARIO – En el contexto hospitalario el/la Educador/a Hospitalario/a debe estar caracterizado por una serie de habilidades específicas que permitan al niño/a hospitalizado/a tener una estancia en un clima de confianza, seguridad y afecto. Es decir, aunque, inevitablemente, el niño hospitalizado tenga experiencias desagradables de malestar y dolor, que generan un impacto negativo con su consecuente estrés, debemos hacerle sentir que no se le hace daño por ser malo o estar enfadado con él, sino que se le considera una persona importante y lo que se pretende es ayudarle a ponerse bien. En definitiva, debemos «ganárnoslo» de forma honesta. De este modo, y a pesar de todo, la hospitalización, probablemente, será una experiencia positiva, así como su recuerdo a corto y largo plazo. – El/la Educador/a Hospitalario/a debe ser una persona abierta, cercana y con capacidad de escucha, puesto que esto permite que el/la niño/a hospitalizado/a se sienta aceptado/a (sentimiento recompensante), a la vez que nos proporciona información sobre él o ella; asimismo, es más probable que nos escuche ya que estamos mostrando un modelo de habilidad de relación interpersonal que va a ser observado y posiblemente imitado. – El/la Educador/a Hospitalario/a también debe ser flexible, respetuoso y cauteloso, en una palabra, debe ser empático/a. Empatizar, escuchar las emociones y sentimientos del niño y de la niña es tratar de «meternos en su piel» y entender los motivos de su comportamiento / actitud, y es mostrar que nos hacemos cargo del impacto que le producen sus problemas. Es necesario que empaticemos con el niño o niña hospitalizado porque así nos convertimos en una persona significativa y digna de confianza para él o ella, además de poder ayudarle a que se sienta mejor. – Como Educador/a Hospitalario/a debemos hacer reír, habilidad ésta que implica desarrollar una ironía no hiriente y el sentido del humor en general. – Ser responsable, sincero/a y crítico/a permitirá al niño/a hospitalizado/a, al igual que a sus familiares y/o acompañantes entender y aceptar de forma más objetiva y clara la situación en la que se encuentran, sintiéndose, por tanto, más preparados/as para hacerle frente, y desarrollando un mayor nivel de tolerancia a la frustración que dicha situación pueda generar. – Desarrollar la atención a las actividades que, a nivel general, el niño y la niña hospitalizado puede y debe realizar en el contexto hospitalario, nos permitirá observar, comprender y por tanto, dinamizar la estancia del niño y de la niña en dicho contexto. – Estimular al niño/a hospitalizado/a en cuanto al sentimiento de dependencia e independencia según lo requiera la situación también es una labor fundamental, donde la habilidad de observación, escucha y comprensión juegan un papel fundamental. – Poseer un bagaje de conocimientos que permita desarrollar una atención y cuidado psicosocial, en general, al niño o a la niña hospitalizados. – El/la Educador/a Hospitalario/a debe mostrarse siempre atento/a ante las distintas reacciones que puedan tener los niños y niñas hospitalizados y mostrar ante éstas una actitud paciente y comprensiva. – Ante el proceso de enseñanza-aprendizaje en el que el niño hospitalizado está inmerso por su momento evolutivo, el/la Educador/a Hospitalario/a debe tener en cuenta la importancia del desarrollo de actividades de aprendizaje en general. – En el marco del contexto hospitalario el/la Educador/a Hospitalario/a puede encontrarse ante el desarrollo, por parte del niño o la niña, de conductas negativas, ante las que, a fin de eliminarlas, se pueden utilizar las siguientes alternativas: «no hacer nada», el llamado «tiempo fuera» (separar al niño/a de la situación que se ha generado a fin de iniciar un proceso de reflexión), amonestaciones o advertencias (siempre reflexivas), etc.; aunque teniendo en cuenta el papel «transitorio» que el/la Educador/a juega en el contexto hospitalario, a veces, la mejor alternativa consiste en delegar la respuesta a la conducta negativa en otra u otras personas (padres, tutores, …). Para que un grupo se desenvuelva adecuadamente, es necesario aprender unas habilidades que nos permitan desarrollar un estilo de comunicación óptimo, sobre todo por parte de los responsables de dirigir el grupo. http://animacion.synthasite.com


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